Un buen número de niños, y también de adultos, observaba embelesado a un mago que llegó a mitad de la fiesta a demostrar su magia. Fue un espectáculo que nos tuvo muy atentos, distraídos y sonrientes a todos los asistentes. La fiesta había comenzado con la santa misa, como todos los domingos; grata sorpresa fue la visita del señor Schmitt, referente de las comunidades de otra lengua materna en el obispado, junto con su esposa, que se sumaron a los asistentes. Y después del mago llegó la magia de la música, interpretada por Sergio, que nos puso a cantar y a bailar. Y es que la música mueve recónditos sentimientos de alegría y de fiesta. Seguramente nadie se quedó sin comida ni bebida. Y muchos niños se llevaron a sus casas bellos motivos pintados en sus caritas, además de haber disfrutado brincando en el castillo de aire. Gracias a nuestro párroco Ferrán por facilitarnos este rato de esparcimiento y sana alegría. Al terminar la santa misa nos decía que se cobraría una pequeña contribución para participar en la fiesta, cuyo usufructo estaría dedicado a la ayuda de sacerdotes necesitados en Bolivia. Muchas personas contribuyeron con su trabajo, su tiempo y su dedicación a esta bella fiesta de verano de nuestra Misión de Wiesbaden. Gracias a todos. Gerardo Vanegas